El feto inicia su vida en un medio ambiente en el que se modulan todos los estímulos que actúan sobre él mientras transcurre su desarrollo: el útero materno. Este ambiente intrauterino se caracteriza por ser líquido, tibio, oscuro, que proporciona contención y comodidad, además de las hormonas y nutrientes necesarios para el desarrollo normal del niño en formación.
El feto siente los ruidos fisiológicos de su madre (estimulación auditiva), se mueve cuando su madre lo hace y, espontáneamente, desde la novena semana de edad gestacional, tiene estimulación vestibular y kinestésica, además de estar en contacto directo con las paredes del saco amniótico (estimulación táctil y propioceptiva). Otras funciones básicas como la nutrición, termorregulación y modulación del ciclo sueño-vigilia se desarrollan a través de esta matriz, como medio de conexión con su madre.
Los niños que nacen prematuramente son dramáticamente privados de este pacífico ambiente y pierden la estimulación intrauterina necesaria para completar el adecuado desarrollo.
El primer contacto ideal que el recién nacido tiene con su madre permite un desarrollo favorable mediante la interacción madre con hijo. Cuando esta relación se corta, debido a partos prematuros y la consiguiente estancia del recién nacido pretérmino en unidades neonatales pueden causarle problemas psicológicos, por el abandono causado, y de inmadurez neurológica.
El cerebro desarrolla cambios considerables durante el periodo de la semana 40 de gestación. En el caso de niños prematuros el periodo de tiempo hasta la semana 40 de gestación es un periodo particularmente importante de maduración cerebral. El sistema nervioso del recién nacido es frágil y, sin la protección del ambiente intrauterino, es vulnerable a daños extrínsecos. Estos daños extrínsecos impactan negativamente en el desarrollo cerebral del recién nacido y contribuyen a la alta incidencia de problemas médicos, de desarrollo y de comportamiento.
En estas condiciones, la estimulación sensorial temprana, además de proporcionar una mejor calidad de vida para el neonato hospitalizado, tiene como objetivos fundamentales el desarrollo del Sistema Sensorial, Propioceptivo y Cognitivo.
El desarrollo del neonato depende, en gran medida, de los estímulos apropiados que el niño reciba desde su nacimiento e incluso desde su gestación. Estos estímulos deben dirigirse al desarrollo de los aspectos motor, adaptativo, del lenguaje y personal. A la vez, se constituyen en una condición necesaria para que el niño adquiera autoestima y construya su identidad como ser social, a través de la interacción con un ambiente favorable, principalmente mediante el apoyo de sus padres.
Las intervenciones que se aplican al neonato durante tempranas edades postconcepcionales deberán buscar replicar las experiencias intrauterinas.
La estimulación deberá ir avanzando cuando el recién nacido demuestre una mejoría en el estado de salud, la maduración del sistema neurológico y la estabilidad de todos los sistemas corporales. Además, recomienda que todas las intervenciones deben estimular el primer sentido que esté más maduro en el recién nacido pretérmino.Este sentido es el de la audición.
En el vientre de su madre disponía de un oído "absoluto" y de una escucha idílica. Mamá solo se dirigía a él. Una voz conocida llena de amor incondicional. Pero, con el nacimiento, se produce un fenómeno catastrófico: el niño pasa de una audición líquida a una aérea. Durante las primeras horas que siguen al parto el oído medio del bebé aún retiene suficiente líquido amniótico y su escucha sigue siendo similar a la del útero materno. Pero, poco a poco, se va vaciando y su audición se va haciendo más deficiente. hacia el décimo día el niño cae en un abatimiento relativo por el silencio que le rodea. Después empieza a usar las partes media y externa de su oído. Si le asaltan ruidos insólitos o intensidades demasiado fuertes, si los sonidos martirizan esa pequeña musculatura del oído medio, el aparato auditivo puede lastimarse. Hay que proteger al bebé constituyendo a su alrededor un calor afectivo que le ayude a sobreponerse del susto que supone este mundo sonoro tan nuevo para él. Pero en los partos con problemas, en muchas ocasiones madre e hijo se ven separados, el bebé tendrá que sufrir estos cambios solo.
Gracias a la terapia audiopsicofonológica podemos recrear el ambiente de la escucha intrauterina mediante la audición de la voz materna modificada a una serie de sonidos del medio intrauterino, en ambiente líquido. De esta forma el bebé se encontrará como si estuviese dentro del útero materno con la consiguientes ventajas que ello le supone: mayor seguridad, mayor tranquilidad, ausencia de estrés, cercanía a la madre, entre otras. El niño mejora su tono muscular, duerme mejor, come mejor, está más despierto, más alerta, más en contacto con su madre, el vínculo afectivo madre-hijo se restablece.
Por tanto, siempre que sea posible y cuando la madre se encuentre en una situación emocional estable, se procederá a realizar la grabación de la voz materna para su posterior modificación y utilización mediante el oído electrónico. En el caso de que no se pueda utilizar la voz materna filtrada, se utilizará música modificada de Mozart.