"Para el cerebro no hay vacaciones, ni jubilación" Alfred A. Tomatis
Tras la crianza de los hijos y, en ocasiones, una vida profesional muy activa, llega una etapa feliz de calma, descubrimientos, relaciones con los demás y nuestro entorno...Pero para poder vivir este cambio positivamente es preciso mantenernos en forma física y psicológicamente.
Un oído que funcionaba bien y que súbitamente no hace más esfuerzos para escuchar, va a perder sus funciones, como cualquier otra parte de nuestra anatomía. Cuando la musculatura del oído medio se debilita la persona no escucha más perdiendo la principal función del oído, proveer de energía al cerebro y al cuerpo para su funcionamiento. El oído, él solo, provee el 90% de la energía cortical.
Es pues, esencial, hacer trabajar su oído y su cerebro permanentemente si se quiere conservar esta atención, esta vigilancia y retener todo lo que pasa y se dice a nuestro alrededor. ¡Pero es necesario que la información entre bien a nuestro cerebro!
Con la reeducación del oído reemprendemos su función de carga cerebral con lo que la persona manifiesta una mayor actividad y creatividad ayudándola en su crecimiento personal. El individuo estimulado está más sereno, se ve menos afectado por las fluctuaciones de lo cotidiano. El sueño recobra su ritmo normal siendo más corto y reparador. Con más energía se está más consciente, más a la escucha, más alerta y en movimiento. Tiene ganas de hablar. Se mejora el equilibrio, la coordinación y el ritmo. Conseguimos, por añadidura que la persona esté más atenta, pueda concentrarse nuevamente en las tareas que le interesan y mejorar, de este modo, su memoria.
La energía que necesita el cerebro sabemos que la obtiene del oxigeno del aire y de los nutrientes que le proporcionamos al ingerir los alimentos. Estas dos fuentes mantienen la vida vegetativa pero resultan insuficientes para sacar al cerebro humano todo su potencial en cuanto a creatividad, memoria, relaciones con los demás o procesamiento de la información. Para lograr estas funciones más nobles el cerebro requiere de un "bombardeo" constante de estímulos sensoriales. Estos estímulos son, en definitiva, los que van a determinan a la persona como ser.
Los sentidos que inundan nuestro cuerpo son receptores de estímulos capaces de desencadenar y controlar un mecanismo generador de flujos nerviosos (transducción).
Pero, ¿cómo genera energía el oído, en particular?
El oído interno está formado por dos sistemas que forman un único órgano: el vestíbulo, para el movimiento y la cóclea, para la audición. Ambos están tapizados por las células de Corti, unas células ciliadas.
Cuando se produce un sonido, los líquidos de la cóclea se mueven generando de ese modo una onda propulsora eficaz al sumarse las fuerzas individuales de cada cilio. Esta energía mecánica es transformada en un flujo nervioso que se encamina hacia los centros motores del cerebro.
La cóclea representa el 40% de la energía facilitada por el oído, mientras que el vestíbulo representa el 60%.
Dentro del vestíbulo el principio es el mismo pero es el movimiento de la persona lo que mueve los cilios, no el sonido, informando al cerebro de nuestra posición. Es por esta razón que un poco de ejercicio físico resulta muy recomendable. Quédese un día en la cama y verá como en lugar de sentirse descansado estará con menos energía aún, al igual que la batería de un coche que no se usa, se descarga. El solo hecho de estar de pie y no tumbados genera más energía, al estimular la fuerza antigravedad de músculos, ligamentos, huesos y articulaciones.
El conjunto neurológico que engloba el vestíbulo, el cerebelo, el córtex y el cuerpo, tiene todos los músculos del cuerpo bajo su mando y coordina su motricidad. En cuanto imponemos una audición rica en agudos y en armónicos, en el momento en el que se anima la fonación del sujeto, la columna vertebral se endereza, la caja torácica se abre, vemos a la persona buscar inconscientemente una mejor rectitud, su cara se distiende y su voz se ilumina.
Escuchar sonidos ricos en frecuencias agudas y armónicas es muy dinamizador, los graves, en cambio, pueden cansar. Esto se explica por la mayor densidad de células de Corti en la zona de los agudos que en la de los medios y graves, y por el mayor numero de ciclos por segundo que tiene un sonido agudo (por ejemplo, 10000Hz corresponden a 10000 ciclos por segundo), por lo que se produce mayor energía mecánica.Los sonidos graves si son armónicos elevados pueden beneficiar también en este sentido.
Entre los instrumentos es el violín el que produce unos sonidos más dinamizadores. Por el contrario, los sonidos digitales son sonidos pobres en armónicos, están "muertos". También la música demasiado rítmica y grave como el rock, nos cansa y apaga.
Esta carga energética se traduce en bienestar y aumento de la vitalidad, la creatividad y la conciencia, lo cual tiende a disminuir el cansancio y los malestares psicosomáticos propios de la edad. La persona tiene un sueño reparador, incluso durmiendo menos. Con la estimulación auditiva mejora su atención, concentración y memoria. Comienza a instalarse una actitud mental más positiva y optimista que ayuda a fortalecer el sistema inmunológico. En otras palabras, la modificación de la manera de escuchar permite romper el círculo vicioso vejez-cansancio-dolor-depresión-soledad.